Los días que estoy sintigo son buenos días.
Son días de sol y un reposado café. Otros, entre nubes y amaneceres tardíos y carreras hacia el trabajo. Otros grises y plomizos, con manto de niebla que niegan cualquier horizonte posible. De relente, chirimiri o llovizna sin acierto en saber qué fue primero.
Los días que estoy sintigo son días tranquilos, marcados por el orden de la buena rutina de trabajo, de pasada por el súper, de alguna carrera por el río ...
Días de atardeceres cálidos de verano.
De cielos pintados en acuarelas infinitas de otoños.
Días de anocheceres prematuros de invierno, en los que el sol corre con prisas por las azoteas probándose las ropas ajenas, a su paso, bailarinas al compás del viento.
Los días que estoy contigo … no existen los otros días.