"Una dominguera sin sombrero"



PRIMER DIA


     Después de tomar la salida equivocada en dos rotondas siguiendo las instrucciones del Google maps ( les escribiré una suave sugerencia sobre su actualización) llegué al hotel.
     Sólo dos plantas, lo que buscaba, no me apetecía nada ese tumulto familiar con juegos infantiles en la piscina tras una cola para poder degustar el desayuno buffet.
     En la recepción, una jovencísima chica, algo nerviosa pero que no alteró su ritmo cardiaco de corredora de fondo ante el acumulo de dos huéspedes tras el mostrador.
Pido al universo que la mantenga alejada de los tríos. Demasiado para ella.
     Mientras completo la hoja de inscripción, le indico que a ser posible, prefiero la planta superior. Me responde, con un acento que me distrae intentando adivinar el origen del mismo, que las habitaciones están ya asignadas con una falta de seguridad que, despierta en mi un sentimiento de ternura tal, que le devuelvo una sonrisa de comprensión ( Falsa. Asignadas, asignadas... yo llegue primero... )
     Habitación 123, fácil de recordar.
1,2,3, splaf, pues eso mismo pasó cuando me senté en la cama. Esta se deslizó suavemente sobre una pista de  patinaje inexistente, provocando la ruptura total de una de sus patas mientras mis manos intentaban mantener el equilibrio asiendo al tun tun un somier que andaba solo.
     Resultado, segunda falange del dedo anular de la mano derecha de un femenino color violeta y un hinchazón propio de muestrario de consoladores.
     Lo bueno de viajar sola es que se conoce gente, Y así, mi primer contacto con el personal de mantenimiento.
Me gusta pasar desapercibida.
     
PD: Tengo que comprarme un sombrero.








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